27 de septiembre de 2015

CETÁCEOS

Los cetáceos es un término que agrupa a los animales que comúnmente conocemos como ballenas, delfines y marsopas. La palabra cetáceo proviene del griego “ketus”, que significa “monstruo marino”. También se puede decir que tiene la raíz latina “cetus”, que significa “gran animal marino”. Sin duda alguna esta acepción es más apropiada hoy en día.

Existe gran diversidad entre las especies, no sólo en cuanto a formas y tamaños, sino también en conducta, hábitat, etc… Podemos encontrarlos en todos los mares de nuestro planeta, incluso hay especies que viven en los ríos.

Este grupo abarca desde el animal más grande que existe en nuestro planeta, la ballena azul, de más de 30 metros de longitud; hasta las pequeñas marsopas de poco más de un metro.

Los cetáceos en general se dividen en dos grandes grupos: los odontocetos (los que poseen dientes, como los delfines) y los misticetos (los que poseen barbas). Así, las 70 especies de cetáceos se dividen en 11 misticetos y 70 odontocetos.
La clasificación tradicional se hizo por el tamaño. De este modo se formaban 3 grupos:

·        Ballenas: Los más grandes, a partir de 4 metros de longitud.
·        Delfines: Los medianos: entre 2 y 4 metros de longitud.
·        Marsopas: Los más pequeños: menos de 2 metros de longitud.

Los cetáceos son mamíferos, y como todos los demás representantes de esa clase, respiran aire por los pulmones; son de sangre caliente (más precisamente son homeotermos), amamantan a sus crías y tienen pelo (aunque sea imperceptible). Además son los mamíferos mejor adaptados al medio acuático, ya que no tienen que salir nunca del agua (ni para aparearse, ni para dar a luz a sus crías o alimentarlas, como hacen las focas o las nutrias). Pueden hacer inmersiones en apnea de larga duración y profundidad, teniendo el récord en ese sentido el cachalote, con 90 minutos y 3.000 metros.

Las principales adaptaciones de los cetáceos al medio marino son las siguientes:

·        Un cuerpo hidrodinámico que les permite desplazarse por el agua con poco rozamiento. Una aleta caudal potente para impulsarse, y unas aletas pectorales y dorsales, fuertes y eficaces, para maniobrar ágilmente.
·        Una capa de grasa aislante bastante gruesa que les ayuda a mantener una temperatura corporal constante.
·        El espiráculo o aventador situado en la parte superior de la cabeza para respirar. (Único en los odontocetos y doble en los misticetos).

En cada respiración renuevan el 80-90 % del aire, frente al 10-20% de los mamíferos terrestres.

Tienen una cierta resistencia a acumular dióxido de carbono en los tejidos, que es lo que provoca la respuesta respiratoria involuntaria en los humanos. Se sabe que la respiración de los cetáceos es voluntaria, incluso cuando duermen. Por eso duermen a medias, es decir, mientras una mitad del cerebro duerme la otra mitad sigue activa encargándose de funciones como la respiración y luego se intercambian.

En los seres humanos cuando bucean se puede sufrir un efecto narcótico debido a que al aumentar la presión del aire que respiran aumenta la concentración del nitrógeno en sangre. En los cetáceos no ocurre lo mismo, ni siquiera en los cachalotes con sus profundas y rápidas inmersiones.

En nuestras islas se adoptó una terminología propia de los pescadores para referirse a los cetáceos más comunes. De esta forma, a los calderones tropicales se les denomina "roaces negros" (roaz en singular) y a los delfines mulares "toninas". A los grupos de muchos delfines que van navegando se les denomina "golferas", sin especificar ningún dato para distinguir especies. Aunque menos común, a los zifios se les denomina "roaces amarillos”.


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